Son horas de tormentas ajenas, la decepción íntima que conspira desde la base que debería sostenerme. Podría vomitar sobre los restos de amor, cartas y rabia, podría prender los restos muertos y sobrevivir una y otra vez porque esto no mata, no es mi punto débil, no cortará mis pulmones.
Todo sigue, algunos odian, la noche reclama, los días renacen y las palabras sanan.
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